CUBIERTAS DE LA CATEDRAL DE MÁLAGA

PROYECTO PARA LAS CUBIERTAS DE LA CATEDRAL DE MÁLAGA

 

La principal patología que sufre y ha sufrido históricamente la Catedral de Málaga son las filtraciones de agua de lluvia que insistentemente deterioran sus bóvedas y muros. Esta grave patología no proviene de la falta de mantenimiento, ni tampoco por el deterioro de sus materiales y sistemas constructivos. Las humedades que sufre el templo provienen de diversos avatares que sufrió a lo largo de su construcción y del estado inacabado que presenta la Catedral.

 

El estado de las bóvedas es preocupante, pues la Catedral está levantada con materiales perdurables, pero no eternos. Las cúpulas renacentistas están construidas con materiales cerámicos aparejados con morteros de cal y decorados en su intradós con yesos que se anclan con clavos de hierro, todos ellos materiales que se deterioran fácilmente ante la presencia de humedad. También peligra la fábrica barroca, cuyas cúpulas están construidas con una piedra caliza que se meteoriza y disuelve bajo la acción del agua de lluvia.

 

La ineficacia demostrada de las diferentes intervenciones para solucionar los problemas de filtraciones en el interior del templo surge de la idea de conservar la imagen de edificio inconcluso. Cambiando la estrategia hasta ahora planteada, el presente proyecto pretende definir una solución completa al sistema de evacuación de aguas pluviales interpretando la solución de cubiertas propuesta por Ventura Rodríguez en 1764 e introduciendo algunas variaciones para adaptarlo al edificio construido.

 

Diversos documentos históricos relatan que las humedades y goteras en la Catedral de Málaga son una constante a lo largo de la vida del edificio. Sabemos a través del padre Andrés Llordén, reputado historiador del siglo XX, que en 1655 el cabildo ordenó poner remedio a las incesantes goteras que se producían en el interior del templo. Asimismo, resulta relevante que la segunda fase de la construcción de la Catedral se iniciara tras las graves filtraciones que se produjeron en el invierno de 1718, las cuales amenazaron con la ruina del edificio.

 

Cuando la construcción de la segunda Fase se inició en 1721, José de Bada quiso conservar, tal y como se realizó en la fallida intervención del año 2008, la imagen de edificio sin cubierta. Una situación que quiso revertir Ventura Rodríguez en 1764 y que el maestro de obras Antonio Ramos no pudo completar debido a la paralización de las obras en 1782.

 

Si ya eran acuciantes las humedades que se produjeron en la Catedral renacentista, más aún lo fueron las que surgieron durante la construcción de la extensión barroca. Ante la inestabilidad que
presentaba el templo en el momento de cerrar las bóvedas y unir la fábrica antigua con la nueva, el maestro de obras Antonio Ramos se vio en la obligación de sobrecargar el trasdós de los arcos formeros de la nave barroca para contrastar el empuje de las bóvedas del crucero, hasta el momento sustentadas por los cuatro gigantescos contrafuertes provisionales que se construyeron junto con el muro que cerró la catedral renacentista cuando se interrumpieron las obras en 1588. Para evitar que la estructura se abriera en su coronación, Antonio Ramos levantó una gran cornisa cuyo peso centró las cargas de las bóvedas sobre los estribos.

 

La gigantesca cornisa de piedra que rodea a la Catedral y la retícula de muros que construyó Ramos estabilizaron finalmente la estructura de la Catedral, pero provocaron que las bóvedas quedaran confinadas entre muros, imposibilitando la correcta evacuación de las aguas.

 

Ventura Rodríguez dibujó dos espléndidos planos que firma con fecha 24 de junio del año 1764. En ellos describe rigurosamente su proyecto de cubierta mediante dos secciones completas de la Catedral, una planta y algunos detalles constructivos, acompañados de una precisa descripción y escala gráfica.

 

En estos planos, Ventura Rodríguez define el sistema completo de evacuación de aguas de la Catedral. Este proyecto no solo propone una cubierta inclinada para proteger las cúpulas de la nave y la girola, sino que también detalla cómo se debería reparar las cubiertas de las terrazas sobre las capillas, que como podemos comprobar también hoy en día siguen siendo un gran problema para la correcta evacuación de las aguas de lluvia.

 

Si son reveladores los planos entregados al cabildo de la Catedral, más aún lo es el informe que Ventura Rodríguez adjunta a su proyecto de cubierta. En el citado escrito, el arquitecto de la Academia da validez a las estrategias utilizadas por Antonio Ramos para el refuerzo de la estructura mediante cadenas de atado sobre el trasdós de los arcos y desaconseja taxativamente que éstos se eliminen. Con estos muros se aseguró la estructura del templo, pero inevitablemente se construyeron donde debían ubicarse las canales de evacuación de las aguas.

 

Lo que Ventura Rodríguez dejó por escrito sirve también hoy en día para explicar los problemas que la Catedral padece: “No hay otro medio que el de cubrir con su armadura y tejado, haciendo que las bóvedas no se recalen, haciéndonos ver la experiencia lo perjudicial que es tener la fábrica al descubierto… y de modo que, si no se pone reparo del cubierto, en poco tiempo seguirá la ruina y la necesidad de tener que renovar la fábrica. Y si sucede esto en la obra vieja, con más razón se experimentará en la nueva, que antes de llegar a salir las aguas tiene que hacer muchos y retardados rodeos, por muy distantes que se hayan las salidas y por ser poco el declivio de su curso, no habiendo motivo, ni razón de dudar, que el medio más seguro para preservar los edificios
es el cubierto. El cual conviene que se haga sin pérdida de tiempo por lo importante que es atajar los daños que se experimentan”.

 

Como prueba de que Antonio Ramos asumió la necesidad de la construcción de este tejado encontramos las bocas de las bajantes por encima de las bóvedas, en el preciso lugar donde Ventura Rodríguez las dejó dibujadas y que un cantero señaló en la piedra con la ya famosa frase “el abugero aquí está”.

 

Tras infructuosos intentos por remediar las filtraciones durante las últimas décadas, se propone un sistema de evacuación de aguas completo que asegure la impermeabilización de la Catedral desde el trasdós de las cúpulas hasta la conexión con la red de saneamiento de aguas pluviales de la ciudad.

 

Tras un minucioso levantamiento tridimensional de los planos que realizó Ventura Rodríguez en 1764 descubrimos una geometría más compleja de la que históricamente se ha descrito. Si bien se ha pensado hasta el momento que el maestro propuso una sencilla cubierta inclinada a dos aguas, descubrimos que posee esta forma exclusivamente en el crucero y en la extensión barroca, desarrollando en la girola una sorprendente geometría estrellada que responde a la forma óptima para la conducción directa de las aguas a los bajantes. Una geometría que nace del conocimiento de la técnica y que a su vez es capaz de adaptarse con naturalidad a la compleja geometría del templo.

 

En la cubierta alta y sobre el trasdós de las bóvedas se propone una cubierta inclinada completa, cuya misión es la de aumentar la velocidad del agua, disminuir la distancia del recorrido hasta las bajantes, evitar superficies planas que provoquen estancamientos y eliminar recorridos sinuosos que tengan que atravesar los muros de piedra.

 

Siguiendo los pasos de Ventura Rodríguez se plantea una estructura que se conforma a través de la repetición de una cercha con apoyos en los andenes laterales y centrales, disminuyendo las longitudes de las vigas y consiguiendo una estructura más ligera.

 

La impermeabilización de la totalidad de la superficie, incluidos los andenes y muros que quedan al descubierto, es una de las principales misiones de esta intervención. Se evitará así, tal y como sucede en la actualidad, la aparición de difíciles encuentros entre muros y bóvedas que facilitan el acceso del agua. Además, esta solución generará una amplia cámara de aire que permitirá la ventilación de las cúpulas con una cubierta que además asumirá con facilidad las dilataciones debidas a los cambios de temperatura sin producir quiebras en su superficie por las que penetre el agua. La historia ha demostrado que el tejado es el sistema más eficaz frente al agua y el de más fácil mantenimiento, pues las filtraciones son fácilmente detectables desde el interior y las reparaciones son sencillas.

 

La construcción del tejado de la Catedral supondrá la eliminación de la cubierta a la catalana instalada en el año 2008, liberando del sobrepeso de 450 kg/m2 que sufren las cúpulas y recuperando la visión de su recubrimiento original. Frente a la solución actual, cuyo peso recae directamente sobre las bóvedas, la nueva cubierta apoyaría sobre los elementos resistentes tal y como propuso Ventura Rodríguez. Una solución que supone un beneficio para la estructura de la Catedral, pues el tirante inferior servirá de arriostramiento de la propia estructura.

 

El cálculo de la estructura se ha realizado en dos fases: la primera ha consistido en el cálculo de la propia cubierta y la segunda, sobre el análisis que dicha estructura produce sobra la fábrica de la catedral.

 

La retirada de la cubierta cerámica y la instalación del tejado propuesto supone una descarga de peso sobre la fábrica de 105 toneladas, pues mientras que la cubierta construida en el año 2008 tiene un peso de 730 toneladas, el tejado proyectado tiene un peso de 626 toneladas. A esta descarga de peso se suma la ventaja de que en este caso la nueva estructura descansará exclusivamente sobre elementos resistentes.

 

El agua vertida en el perímetro de la cubierta superior se recogerá en un canal continuo que unirá los diferentes bajantes de la cubierta. De este modo, si fallara alguno de ellos, el agua evacuaría por los adyacentes sin provocar daño alguno en la fábrica. Se utilizarán los bajantes construidos para la cubierta de Ventura Rodríguez en el siglo XVIII y se añadirán dos nuevos en las terrazas sobre las capillas, pues en este caso es necesario disminuir la distancia de los recorridos y el caudal del agua que actualmente reciben.

 

Del mismo modo que propuso Ventura Rodríguez se proyecta una cubierta con una inclinación moderada, que sumada a las potentes cornisas que coronan la Catedral, la hacen prácticamente imperceptible.

 

Tal y como propuso Ventura Rodríguez en su proyecto, el agua procedente de las cubiertas altas se recogerá en las cubiertas intermedias, las cuales también forman parte de esta intervención. Estas superficies se protegerán mediante la solución de cubierta plana ventilada, incluyendo la impermeabilización de los muros y canales, los cuales han sido fuente continua de filtraciones en la Catedral. También en este plano se proyectan nuevas bajantes que se conectarán en la cota inferior de la Catedral con la red general de saneamiento.

 

Siguiendo los principios planteados por Ventura Rodríguez en su proyecto, se propone la construcción de una estructura mixta de madera laminada y acero, la opción más respetuosa con el proyecto de cubierta original y el material que de mejor manera hermana con la fábrica de piedra y cerámica de la Catedral.

 

Se utilizará la última tecnología en el uso de este tipo de materiales. La madera laminada destaca por su ligereza en relación con su resistencia, su facilidad de instalación, su durabilidad, su fácil mantenimiento y facilidad de reposición de alguna de sus partes si fuera necesario. Los avances que nos brinda la tecnología de nuestro tiempo hacen de este material el idóneo para este tipo de construcciones. Insistiendo en la continuidad con el proyecto de Ventura Rodríguez se propone como material de cobertura la teja vidriada manual alternando tonos crema y tostados, un material de probada eficacia, tantas veces utilizada en todos los edificios de importancia de la ciudad y que insistirá en el diálogo que siempre ha tenido el templo con el Palacio del Obispo y la Iglesia del Sagrario de la Catedral.

 

Del mismo modo que propuso Ventura Rodríguez se proyecta una cubierta con una inclinación moderada, que sumada a las potentes cornisas que coronan la Catedral, la hacen prácticamente imperceptible desde su entorno cercano. Desde entornos más lejanos, como es el caso del Castillo de Gibralfaro o el Puerto, se apreciará levemente la bella y útil forma de la cubierta.

 

Respecto a la geometría proyectada, se han realizado ligeras variaciones respecto al proyecto de Ventura Rodríguez, que responden a la realidad inconclusa de la catedral y a los requerimientos que impone el crecimiento en altura de la ciudad durante el siglo XX tanto en extensión, como en su altura.

 

La cubierta se retranquea del perímetro de la cubierta con una anchura algo mayor que la que propuso el arquitecto de la Academia, ocultando la cubierta desde el entorno cercano. También se ha mantenido la suave inclinación de la cubierta de Ventura Rodríguez y la línea de cumbrera de la cubierta, pues coincide con el vértice virtual de la crestería que empezó a construir Antonio Ramos, y que nunca llegó a rematarse.

 

Para evitar el impacto que supondría el piñón triangular que propuso Ventura Rodríguez sobre la fachada principal, se han dispuesto los faldones de la cubierta sobre las naves laterales de manera que viertan las aguas sobre el andén oeste. La cubierta sobre la nave central en contacto con la fachada principal mantiene su altura, pero se retranquea de la misma. También este cuerpo se remata con un faldón para que la cornisa quede al nivel superior de lo que está construido de la inconclusa crestería, permaneciendo invisible desde la Plaza del Obispo.

 

Los frentes de los brazos del crucero, que Ventura Rodríguez proyectó mediante un muro de fábrica con un alzado rectangular de considerable altura, se reducen en altura, se retranquean de la fachada y se proyectan con un frente triangular que permanecerá invisible desde el entorno de la catedral.

 

Como si de una excavación arqueológica se tratara, se han proyectado una serie de pasarelas bajo la cubierta desde las que se podrá apreciar la interesante geometría de las cúpulas de la Catedral, despojadas de la cubierta cerámica que en este momento las oculta. La visita al interior de este espacio se vería complementada por un recorrido perimetral alrededor de la cubierta. El espacio interior se iluminará a través de las ventanas bajas que ya proyectó Ventura Rodríguez y a través de un lucernario que remata la nave central. Este conjunto de ventanas y lucernarios no solo asegurarán la iluminación natural del espacio bajo cubierta, sino que también y a través de compuertas automatizadas, se facilitará su ventilación natural.

 

Una vez realizada esta intervención habrá que esperar a que las cúpulas pierdan la humedad que acumulan para finalmente proceder a su restauración y retirar las redes que actualmente protegen a los visitantes de las caídas de material. Con esta intervención no solo se recuperarán los techos de la basílica, sino también los de las capillas, hecho que supondría el inicio de su restauración.

 

Arquitectos:

Juan Manuel Sánchez La Chica

Adolfo de la Torre Prieto

 

Promotor:

Catedral de Málaga – Obispado de Málaga

 

Colaborador:

Luis Eduardo Iáñez García

 

Arquitecto técnico – Seguridad y Salud:

Francisco J. Serrano Sánchez

 

Consultoría de estructuras:

Rafael A. Guevara Lorente

 

Consultoría de instalaciones:

Miguel Lacomba Arias

 

Restauración:

Beatriz Martín Peinado – Tarma Restauración

 

Historia:

Juan Antonio Sánchez López